martes, 27 de noviembre de 2007

"¿Dónde están los limeños?"


De esto hace casi un mes, es cierto. Pero la impresión sigue siendo digna de compartir. Empiezo entonces, antes de ir a los lugares usuales en la noche del 31 de octubre se me ocurrió visitar lo que sería la noche central de la semana de Lima, en pleno centro.


Y la cosa merece ser comentada.

La noche de la "ciudad de la alegría" se dio cita en la Plaza Bolognesi. Lugar de acceso generador de extrañas sensaciones, esta vez incrementadas por la cantidad de gente con aires festivos. Es que cruzar el paseo Colón en medio de centros de idiomas, de educación superior tan variada cuan dudosa así como de locales de algunos partidos políticos me trae recuerdos caóticos de lo que el centro simboliza para mí. Este es un "democrático" lugar que no siempre fue así. El Paseo Colón marcaba el límite sur de la ciudad, cerca del muro que por aquel entonces la aislaba. Avenida aristocrática venida a menos en medio del parque de la Exposición con locales que todavía celebran pálidos esplendores del pasado y otros donde puede aprenderse inglés en solo un mes.
Lima celebraba su carácter mestizo y complicado de entender. En la celebración patrocinada por la cerveza Cristal, animada por Jeanet Barboza y Fernando Armas se presentaron Sonia Morales, "Los Caribeños de Guadalupe" -sí, el Caribe se les agota en el nombre-, el grupo Niche y Bartola (poniendo la cuota criolla) entre otros. El carácter popular de la celebración quedó claro en la interesante respuesta al "levanten la mano los limeños" que se dio al llamado de Armas en una parte de la noche. Cinco gatos -de entre un mar de gente- la alzaron. Situación a la cual Armas respondió improvisando una reflexión light del carácter acogedor de una ciudad que acoge a todos los migrantes. Yo no sabía en qué año estaba. Tampoco en dónde, era como si estuviese viviendo lo que los científicos sociales suelen escribir de la falta de espacios de encuentro en nuestra sociedad. Función que ya ni los estadios de fútbol cumplen.

La noche recibió una buena cantidad de visitantes y la seguridad, orden y limpieza estuvieron a la altura. Lo que no me quedó claro fue para quién estuvo dirigido el evento. Luego de un par de horas de haber llegado, reparé en la cara de perdidos que un par de turistas recién llegados ostentaba. El evento, definitivamente, no era para ellos. La pregunta de "¿dónde están los limeños?" se me reveló en toda su inocente complejidad.

Que levanten la mano, por favor.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Halloween criollo

No entiendo el afán por poner una fiesta limeña -porque la música criolla esencialmente lo es- el mismo día de Halloween. Para mí fue siempre como ponerle una "x"a lo primero y una "+" a lo segundo. Encontré una amiga que quiso escribir al respecto. Me gustó su relato personal, yo nunca disfruté de salir a pedir caramelos.

***
Por: Daniella Miglio

Como todos sabemos y conocemos, cada 31 de octubre, el Perú dedica 24 horas a su música mestiza -y muy afroperuana- al celebrar por todo lo alto el “Día de la Canción Criolla”; sin embargo a esta gran fiesta nacional, al ritmo de guitarra, voz y cajón, se suma una fiesta extranjera que celebra el horror y el miedo: “Halloween”. En Lima –y fácil todo el Perú- ambas festividades son bien celebradas.

Las tiendas en la calle adornadas de naranja y negro, los supermercados, grifos, centros comerciales… todo con el espíritu de Halloween. Asimismo, no se puede evitar notar que desde tempranas horas hay niños disfrazados recorriendo las calles de Lima y tocando los timbres para pedir dulces. Recuerdo cuando era pequeña y me emocionaba tanto disfrazarme… un año de bruja, otro de vaquera, otro de gitana… supongo que para los niños es lo más divertido; salir a las calles vestidos de manera inusual y pedir caramelos. Me juntaba con mis amigas del cole e íbamos por las calles de Miraflores tocando los timbres y gritando “¡¡Halloween!!” y llenando nuestras calabazas de plástico con caramelos, chupetes y chocolates... luego de unas horas terminábamos en la casa de alguna de nosotras intercambiado los dulces que a cada una le gustaban. Pero nosotras éramos de las tranquilitas... recuerdo que a veces encontrábamos puertas pintadas con spray o con tizas… ¡supongo que fueron chicos que no recibieron sus dulces! ¡¡Incluso a veces da miedo!! Yo vivo en un segundo piso, y recuerdo que hace dos años una amiga tocó el timbre para entrar a mi casa, junto a ella estaban dos niñas disfrazadas. Entonces yo le abrí la reja a mi amiga para que pase y las dos niñas gritaron: “ya abrieron, ¡corran!” y como 10 niños aparecieron de la nada y entraron al edificio y comenzaron a tocar todas las puertas.

Y por otro lado, el día de la canción criolla. Sinceramente, y no me siento orgullosa de ello, nunca he celebrado el día de la canción criolla; a pesar que me gusta esa música, nunca he ido a una peña o a un concierto. Según he leído, en 1944 se promulgó la ley que dio origen a la celebración de todos los amantes del ritmo nacional. Originalmente iba a celebrarse el 18 de octubre, pero como se cruzaba con la fecha de la procesión del Señor de los Milagros, y debido a que la mayoría de los cantantes criollos eran devotos del Cristo Morado, se decidió trasladar la celebración al último día del mes.


De esta manera, músicos y cantantes de la marinera, el festejo, el tondero, la polca y el vals homenajean estas melodías con dos instrumentos básicos: la guitarra y el cajón. Lo típico es irse por Barranco o Miraflores, principalmente se asiste a peñas, conciertos, almuerzos; donde se escucha y baila dicha música. Se aprovecha también para comer los piqueos criollos, se toman los traguitos respectivos (pisco sour)… se escucha a Eva Ayllón, Lucía de la Cruz, Pepe Vásquez, entre otros. Así, para los limeños el 31 de octubre tiene dos sabores diferentes.

domingo, 28 de octubre de 2007

La Gran Semana de Lima

No me había percatado. En efecto, yo no recordaba que hace por lo menos dos años se realiza este evento entre el 26 de octubre y el 1 de noviembre para celebrar a la Ciudad de Los Reyes. De seguro que la fecha se escogió para enganchar con el día de la canción criolla (que en el Perú coincide con Halloween y es una coincidencia que genera polémica desde que tengo memoria) en lugar de coincidir con el día de su fundación, 18 de enero de 1535.
Como fuere, El Comercio del sábado destacó en portada la simpática imagen (que coloco) de los fuegos artificiales con los que se inauguró la Semana. Nunca había visto al ángel de la pileta de la Plaza de Armas mejor iluminado.

Un ekeko con chullo, gorra, poncho, guitarra eléctrica, saxofón, cajón, tocadiscos y anticucho en mano es el símbolo escogido. Su adopción generó diversas discusiones (noten la descripción de "cosa con poncho y gorrita reggaetonera") sobre su idoneidad como ícono de la celebración. Si consideramos el conjunto, creo que para una Lima plural que trasciende a los balcones -algunos que se caen pero siguen presentes- y las tapadas -esas sí que no salen hace mucho- la idea está bien puesta.

Además, los días temáticos denotan planeación. Nombres como "Ciudad de Luces", "Ciudad de Alegrías" o "Ciudad de Sabores" encabezan una serie de diferentes actividades enfocadas en resaltar los atributos que Lima ha adquirido a la fuerza y podría ser interesante destacar y apreciar.

Tanto para destacar y apreciar cuanto para sacarle provecho. Esta actividad es un esfuerzo interesante por generar razones para venir a Lima, volver diferente a una ciudad que nos tiene acostumbrados y rescatar la idea del disfrute del espacio público.

Vale la pena asistir. Su web detalla las horas, los lugares y las actividades. Casi todas las locaciones están ubicadas alrededor del centro histórico (a excepción del hipódromo de Monterrico) y muchas actividades empiezan en la mañana y terminan por la noche.
Un encuentro de crucigramistas, espectáculos de fuegos artificiales, festivales de comida, pasacalles y demás celebraciones (miren el 31) merecen atención.
Confiemos en que el festival gane más forma y renombre en unos años, las ganas están y el terreno por cubrir es enorme.

lunes, 22 de octubre de 2007

Censado


Fue un suboficial de la FAP quien censó mi familia. Ya Dusko, un amigo de la Universidad, me había comentado que los voluntarios no habían sido suficientes y que los empleados públicos resultaron obligados a ir a censar. Cosa graciosa, pero predecible. Después de todo, parece que ni en estos días se deja de estafar a la buena fe. De seguro, aún existe más de un censor sin los 10 soles prometidos (unos US$3.3) para el refrigerio.

Al acompañar al suboficial a la puerta me topé con la sorpresa de que, en efecto, la ciudad estaba paralizada. Parecía una película de vaqueros en la escena previa al asalto de los bandidos.


Me provocó salir a tomar unas fotos de las usualmente concurridas avenidas limeñas -que no saben de domingos- de cerca de mi casa. Supuse que la disposición de quedarse en casa (sin castigos establecidos) no detendría a los locos urbanos de siempre. Sin embargo, me había equivocado.

Incluso la carretera Panamericana parecía desierta. De vez en cuando pasaba un solitario auto, como si estuviera perdido.


"Muestras de civismo", dicen algunos. Entre ellos el presidente y el extraño fulano que conversaba con el policía al que me acerqué para averiguar si hubo disturbios o robos. Ninguno, según dijo. Las noticias comentaron que los extranjeros pasearon sorprendidos por las calles desiertas. Y es que, en serio, incluso me pareció ver palomas blancas caminando por la Av. Benavides. En mi opinión, la ciudad aprovechó dilemas estadísticos y oportunidades "cívicas" para descansar.


La Cámara de Comercio de Lima señaló la enorme pérdida de dinero que se sufriría por la parálisis nacional. US$83 millones que dejaron de hacerse. Y es que en Lima -y otras partes del Perú, me atrevo a decir- salir a comprar un domingo hasta las 10 p.m. es algo que damos por sentado. Por ello la sorpresa. Recuerdo lo complicado que era buscar tiendas abiertas un domingo por la tarde en Amsterdam, era cosa de suerte encontrar un Albert Heijn abierto. Ni qué decir de lo que pasaba en Tilburgo.

El toque de queda acabó a las 6 p.m. hora en que llamé a unos amigos para tomarnos un café y salir a conversar. El Starbucks de cerca del Country Club reventaba. Confieso que esperamos por unos 15 minutos sin encontrar sitio. Así, El Urban Cafe del Óvalo Gutiérrez fue nuestro destino, pero -de manera similar al caso anterior- no pasó mucho para que constatemos que ni sus administradores se esperaban tanta gente. Un solo mesero no se iba a dar abasto ni con dos brazos adicionales. Era como si la gente hubiera estado deseosa de salir como de costumbre un domingo y no querían dejar que la noche siguiera igual de ociosa. Hasta las combis y micros volvieron a salir. Los taxis de siempre, sin embargo, eran algo más escasos que de costumbre.

No habían pasado ni 10 horas y Lima había vuelto a despertar.

domingo, 21 de octubre de 2007

Joya audiovisual



Tienen que ver esto. Es un documental sobre la Lima de 1944.

Noten el tinte propagandístico yankee, y el tipo de hechos que resaltan. Destacan lugares como la Plaza de Armas, el hotel Bolívar y el hipódromo de Santa Beatriz o curiosidades como la gente en la iglesia (con gente rubia, negra, de todo), el viejo tranvía, la moda de cuando se usaba sombrero o la siesta que ya no se hace.



Los terremotos también hacían noticia. Presten atención a las alusiones sobre las casas de "nueva solidez y confort", la comida -siempre presente-, el Hospital Obrero "uno de los mejores de Sudamérica" (Ahora, Almenara, según me parece).



El tradicional nacimiento navideño, la Universidad de San Marcos "más vieja que cualquier Universidad en los Estados Unidos" donde puede verse a Raúl Porras Barrenechea y -posiblemente- Alberto Tauro del Pino y Estuardo Núñez mientras toman un examen oral.

De especial interés me son la gente, los carros, las calles y los parques.

El documental fue hecho por la Oficina de Coordinación de Asuntos Interamericanos de Estados Unidos. Producido por Julien Bryan; con fotos de Jules Bucher y textos de Miriam Bucher según "poetafer" quien los colgó en youtube.

"The new Lima cheers her own future"

viernes, 19 de octubre de 2007

Starbucks manía

Caminaba con mis hermanos y un pata por Surco en busca de un trago nocturno en una de esas licorerías que no respetan la ley. Mientras salíamos de esa zona donde las calles alternan curiosos nombres como “Tradición” o “Melchor Malo” nos topamos con una luz extraña.


Fijando bien la mirada noté que conocía lo que era. Desde el medio de la pista estaba perfectamente observable el curioso logo de la tienda cafetera más popular de Lima. Lo digo por la cantidad de gente que veo por allí, la cantidad que allí me invita o por lo que escucho de ellos. Cual faro mayor -pues la ubicación de los otros postes invitaba a la comparación- el círculo luminoso parecía convocar a los noctámbulos surcanos, o de quién sabe donde. No importa, era cerca de media noche y el lugar estaba lleno, para variar.


Por alguna razón no puedo quitarme de la cabeza la imagen gringa de Starbucks. Los comentarios que alguna vez leí en 2005 de que las Olsen eran siempre vistas sosteniendo uno de esos vasos albiverdes mientras zapeaba algún canal gringo, o el solo hecho de que el nombre esté en inglés contribuyen a alimentar esta percepción. Y eso que no soy de los antiyankees snob con los que uno suele encontrarse con facilidad hoy en día. Esta reflexión no es “antiimperialista” como el APRA decía ser en su fundación. Es más, me gusta ese país y tengo familia por allí (como medio Perú, según creo). Es solo que me vino un vago sentimiento de búsqueda por “símbolos nacionales” –o “limeños”- en alguna respuesta que emule a otros esfuerzos cafeteros más locales.

Se me vienen dos ejemplos a la cabeza: De un lado, Balzac Coffee, que según me dijo una amiga berlinesa, era la respuesta alemana (específicamente hamburguesa –o sea de Hamburgo, para los que solo comen) a la empresa estadounidense. A mi juicio, son igualitos. Es curioso que, en Berlín, uno de sus locales esté curiosamente cerca de otro local de Starbucks al frente del Checkpoint Charlie. Todo un casus belli. Del otro lado está Juan Valdez, la tienda colombiana que hace poco abrió un banner con la figura de "Juan y Conchita" –la mula- en un edificio de 8 pisos en Manhattan y cuya interesante estrategia de expansión (ante una hipotética incursión en tierras peruanas) fue motivo del último caso que realicé en mi curso de Marketing.

Un amigo me comentó alguna vez que en uno de esos foros tontos que discuten si Chile es mejor que el Perú, se enumeraba la cantidad de Starbucks con que la capital de cada país contaba. Uno de los argumentos más patéticos para medir la belleza comparada entre Lima y Santiago que haya podido escuchar. Nosotros ganamos por si a alguien le place saber. Si de esas cantidades se trata, Lima es mucho más linda que Buenos Aires, pues como me decía un porteño a quien parafraseo “che, envidio la suerte que tenés, man. En Bs As no hay un solo Starbucks”. Si el mundo fuera unidimensional… Como fuere, Starbucks parece abrir en Lima un local nuevo cada mes. Y a todos los veo con gente.

Lo que pasa es que no sé si nuestros cafés den talla suficiente como para competir. Invito a recordar al clásico Haití, al alternativo (¿?) Café Z o al simpático vagón de tren que queda cerca de la plaza de Barranco. A lo mejor compiten en otras lides y esos espacios no pueden empaquetarse con olor a franquicia. No lo sé con certeza, pero creo que pensar así está mal. Seguramente nadie habría apostado que Bembos detendría a McDonald’s o nadie, en el caso parecido de Inca Kola versus Coca Cola por estas tierras.

Sé que algunos de mis amigos (ellas en particular) podrían enfadarse si trato de describir un perfil de quienes van a Starbucks que justifique el cariz medio gris de este artículo. La verdad es que no lo tengo claro, pues puedo detestar por igual al que va al Starbucks por el gusto de decir que estuvo allí como al que hace lo mismo yendo al Queirolo. Aunque confieso que últimamente identifico a Starbucks como el nuevo refugio de amigos de pensamientos ligeros, estoy seguro de que no todos son así. Existen los que van porque les gusta el café, a los que les gusta el ambiente y los que creen que está de moda gilearse a una chica visitando este lugar. A fin de cuentas, todos podemos tomarnos algo donde nos venga en gana. Somos libres, seámoslo siempre.

En mi opinión, esto solo refleja la falta de verdaderos espacios públicos en la ciudad de Los Reyes del siglo XXI.

martes, 16 de octubre de 2007

Una queja morada...

Esto le ocurrió a Vero en La Molina, el sábado que acaba de pasar.

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Por: Verónica Gonzales Stuva

Eran como las 3:30 de la tarde y entre que almorzaba y veía un poco de tele, escuché música de procesión afuera. Bajé las escaleras y recordé que la avenida que da a la municipalidad (que es justo la avenida de mi casa) estaba adornada de morado y blanco. La verdad que los adornos eran bastante misios, pero tampoco habían anunciado nada especial ni mucho menos. Así que asumí que lo hacían como parte del plan de imagen institucional de la municipalidad (aunque realmente no sé si tienen ese tipo de áreas). Una vez que abrí la puerta, me encontré con una imitación, bastante bonita del anda del Señor de los Milagros que pasaba por la calle de enfrente. Esta se encontraba sobre un camión de morado, adornado con globos y papeles blancos. Acompañada por unos 8 cargadores que se encontraban recostados en los brazos del anda, con expresión de aburrimiento. Tras el carro, venían algunos carros que formaban parte de la procesión y que se encontraban entremezclados con uno que otro señor que solo quería llegar a su casa.

Lo divertido de esta escena no fue la improvisación máxima que había para trasladar la imagen hacia la municipalidad, donde se le haría un pequeño homenaje. Para comenzar, nadie sabía lo que estaba ocurriendo en la avenida. Los vecinos ni enterados que hoy había procesión como para ir a verla si realmente estaban interesados. Luego, el anda se les atracó a mitad de camino con una de las ramas de los árboles y no podían avanzar. Tuvieron que detener el tráfico (que en realidad es bastante fluido normalmente pero ¿cuántas probabilidades hay que se atraque un anda con una rama de un árbol justo hoy?) y con palo, que sacaron del camión, comenzaron a empujar las ramas del árbol hasta que por fin la imagen se vio liberada y pudieron seguir avanzando. Solo para terminar con la falta de seriedad, una vez que cerré la puerta me puse a escuchar atentamente la música que acompañaba este pseudo evento religioso. Me di con la triste sorpresa que lo que escuchaba era una versión medio acriollada de la canción de cumpleaños en versión instrumental… sí, realmente para llorar.

La verdad que no me quejo de que la municipalidad traiga el anda del Señor de los Milagros, la pasee y hagan homenaje. Hay mucha gente que le gustaría ir a la procesión al Centro de Lima, verla, rezarle y demás. Pero no aguantan grandes masas de gente, ladrones y desorden. Seamos sinceros, la cantidad de gente es apoteósica: hay cánticos, hay las ahumadoras, hay ladrones, hay desorden. Ves a gente llorar, a gente que va acompañando, enfermos, gente que va rezando, cantando, etc. Sin embargo, mucha gente confiesa que sientes que te van a pisar. Prefieren ir a la iglesia. Para muchos es horrible. Por eso prefieren que la pasen por acá enfrente, aunque no sea la misma imagen. Sí, es verdad que es increíble los mares de gente que caminan al mismo tiempo, pero si te paras te chancan. Las pistas las adornan de jardines de flores y forman figuras con eso para que pase la procesión. La gente se viste toda de morado. “Es increíble, es linda la procesión pero de lejos”.

En verdad, no creo que las personas que piensen de esa manera sean snobs ni mucho menos, pero en preferencias… ¡cada loco con su tema! Si tienen la oportunidad de hacer lo mismo con un mayor control de la situación ¡en buena hora! Si la municipalidad es conciente de esto, ¿qué les cuesta comunicar realmente el evento? Y no hablo de un comunicado que voló por debajo de las puertas un día en que garuó y todo eso se mojó; o de un papelito colgado en la puerta del municipio. Hablo de algo más organizado, así como la misma procesión. Algo bonito que justifique aunque sea un poco los gastos que registran. Sí es verdad, no fui hasta la municipalidad para ver si allá estaba todo mejor organizado y realmente no estaba formando prejuicios. Pero una vez que vi el desastre de traslado, se me quitaron las ganas por ver lo que seguía y, así como yo, mi vecino de enfrente. Así que dudo que hayan tenido suficiente gente. Una pena en verdad.